Pocas veces sucede.
Me llenaba el alma con sus silencios, sus vacíos y ese hablar de todo menos de uno mismo. Aquella aparición estelar en mi vida ocurrió por algo, sin ninguna duda.
Era una presencia gratuita, con una vida ya más que completa y revivida. Sé que no tenía necesidad de hablarme casi a diario, pero aún así, lo hacía. Y era bonito pensar que precisamente esa falta de necesidad, hacía más valiosa aún aquella atención deliberada.
Esa misma que empezó a acompañarme en los viajes, en los fines de semana fuera y en la vida en pausa, incluso estando enferma. La voz en off que te hablaba sin parar no cesó, y entonces me di cuenta de que el cometa Halley solo pasa de vez en cuando, y también pensé en las personas diamante.
Ojalá, siempre.